lunes, 17 de julio de 2017
Los niños no se encogen con la lluvia
Siempre me ha encantado el olor a lluvia, el sonido que escuchas al dejar abierta la ventana (excepto si hay tormenta), pero hasta entonces jamás había caminado tranquilamente bajo la lluvia. Supongo que nunca me lo permitieron, de la misma manera que prácticamente todos los padres se lo prohibirían a sus hijos. Manchas, posibles resfriados, ropa no húmeda sino muy mojada… ¡qué locura!
Aquí, al menos en la zona de España en la que vivo, llueve (muy) poco, así que el no poder salir a jugar cuando llueve no parece suponer un gran trauma, porque hay más días que longanizas y la mayoría de ellos soleados. Sin embargo, en otros países la lluvia es habitual, y supongo que si los niños no salieran a jugar a la calle cuando llueve, no lo harían muy a menudo. A mí misma me ha sorprendido ver en Irlanda a los padres bajar al parque con sus hijos sin importarles lo más mínimo que esté lloviendo.
Los adultos siempre hablamos de la importancia del contacto con la naturaleza, y de que los niños deberían aprender a divertirse sin tanto chisme y tanta pantalla, como antaño. ¿Y qué hay más natural y más inspirador que la lluvia? Nos pasamos la vida diciendo que los niños aprenden a partir de la experimentación, que tienen que vivir la experiencia para aprender… y luego no les dejamos dejamos hacer algo tan simple como bailar bajo la lluvia.
Esto me recuerda muchísimo a una escena de la película “María Montessori. Una vida dedicada a los niños” en la que Montessori anima a sus alumnos a salir a jugar bajo la lluvia. Es una escena genial, ¡me dan envidia!
Ropa de abrigo, un buen impermeable y botas de agua. Eso es todo lo que necesitan los niños para disfrutar de la lluvia. En los países del norte dicen que no hay mal tiempo sino ropa inadecuada.
¿Todavía dudas de que pueda ser beneficioso para el aprendizaje de los niños el jugar bajo la lluvia? A ver qué podríamos hacer…
• Deslizarse con amigos es lo máximo
• Como he dicho antes, cantar y bailar bajo la lluvia.
• Concurso de chapoteo en charcos: psicomotricidad pura y dura. Y si además está de mal humor, seguro que es terapéutico.
• Moldear barro: psicomotricidad fina, creatividad al poder. Podemos usar moldes de cocina y elementos decorativos de la naturaleza, como piñas, hojas o palitos, y jugar a cocinar. Anda, juego simbólico!
• Cazar bichos. Hay algunos que sólo salen con la lluvia, así que es un buen momento de ir a buscar ranas, sapos, renacuajos, gusanos, caracoles, babosas… tocarlos y observarlos puede ser toda una experiencia para los amantes de los animales.
• Jugar con las cosas que arrastra la corriente de los pequeños riachuelos. Hacer carreras, contar cuánto tiempo tardan en ir de un sitio a otro, tratar de obstaculizar el recorrido… Un barquito, de cáscara de nuez, adornado, con velas de papel…
• Contar para averiguar la distancia de la tormenta. Bueno, a mí esto me da miedo
Arte con lluvia. Sólo hay que utilizar papel y acuarela o colorantes alimentarios en polvo y esperar a que la lluvia amaine para que no empape por completo el papel, con el consiguiente peligro de que se rompa.
• Jugar con diferentes tipos de contenedores, hacer trasvases, caídas de agua, recolectar el agua en un recipiente, medir el volumen y pensar cuánto ha llovido, compararlo con otro momento u otro día…
Y seguro que hay otras muchas actividades tan enriquecedoras como estas o mejores. ¿Qué más se te ocurre? Luego sólo hay que secarse bien, calentarse al ladito de una estufita y tomar un chocolatito caliente, que nunca está de más. Oh, Dios mío, ¡y lavar la ropa!
Mamá dice “¡A la próxima me apunto!“
Yo ya estoy esperando a que llueva, ¿y tú?
https://entreactividadesinfantiles.com/2014/11/11/los-ninos-no-encogen-con-la-lluvia/
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