martes, 19 de mayo de 2015

Pataletas infantiles: Cuando las recetas no funcionan



Pataletas infantiles: Cuando las recetas no funcionan


Las pataletas son uno de los temas más frecuentes en las conversaciones de padres de hijos pequeños. Miles de artículos y cientos de libros se han escrito al respecto, pero aún no parece haber una ‘respuesta universal’. Mientras que muchos psicólogos, educadores infantiles y otros profesionales recomiendan medidas como ignorarlas y nunca ceder ante ellas, otros como el psicólogo clínico Felipe Lecannelier, especialista en desarrollo infantil, aseguran que enfrentar este problema desde esa visión sólo contribuye a fomentar las pataletas.

Lecannelier, docente de la Universidad de Chile y de la Universidad del Desarrollo, señala que no es anormal que un niño de cierta edad, y dependiendo de sus capacidades para controlarse haga pataletas, especialmente cuando se trata de menores de dos años. Aclara eso sí, que hay que distinguir entre los berrinches ‘normales’ y las reacciones extremas, que se salen de los parámetros esperables para un niño de esta edad.

Como las pataletas están estrechamente relacionadas con el vínculo del hijo con sus padres, cuando éstas se tornan muy frecuentes o son muy exageradas podría haber un problema en la relación. Esto no quiere decir que todo niño que hace pataletas tiene un vínculo deficiente con sus padres, pero sí que es menos probable que en una buena relación un hijo haga pataletas extremas o recurrentes.

“Lo anormal es cuando el niño las presenta cada vez que está estresado o cuando pareciera que no tiene otra estrategia para controlar su frustración y se transforma en un patrón constante, en que todo lo regula o lo consigue con la pataleta”, explica. Otra situación preocupante es cuando el berrinche es absolutamente desproporcionado, “en que termina agarrándose a cabezazos con las paredes, el suelo o continúa llorando por horas”, señala.

Según el especialista hay dos tipos de vínculos que pueden generar pataletas anormales: con padres que son am-bivalentes o impredecibles y padres maltratadores o que le generan susto al niño. Los más proclives a hacerlas serían los pequeños hipersensibles y con padres muy inconsistentes en proveer de cariño a sus hijos (los que a veces pueden ser muy cariñosos y otras veces muy fríos). Frente a este tipo de papás, afirma el especialista, los niños tienen que buscar una estrategia extrema para captar su atención.

¿Intento de manipulación?

Lecannelier descarta que las pataletas sean una forma de manipular a los padres, especialmente cuando se trata de niños pequeños. “La manipulación en niños tan chicos no existe; porque en los primeros dos años no tienen capacidad para andar manipulando ni controlando a los padres”.

Tampoco está de acuerdo con la recomendación de ignorar o aislar a un niño con pataletas. Si manifiesta esta conducta, “hay que tratar de no intensificar más su estrés, no retarlo y no pegarle, porque eso los deja peor”, dice. Agrega que “ignorarlos es lo más malo que un padre puede hacer. Si un niño quiere algo y se estresa porque el papá no se lo da o porque no sabe si lo va a tomar en cuenta, y el papá efectivamente no le presta atención, le confirman aún más que lo ignoran y la segunda vez va a hacer una pataleta mayor”, asegura, acotando que esta actitud le envía un mensaje poco grato al pequeño: “que si él está mal, los padres no van a estar ahí”.

Este psicólogo estima que los padres deben ser ‘creativos’ en contener la pataleta y desviar la atención del niño, sin gritarle ni retarle, “de manera que él aprenda que si quiere algo, ¿cómo termina esa frustración? en algo positivo, en hacer otras cosas”. Tomar al niño, abrazarlo y distraer su atención son algunas formas de contener la pataleta, y debería bastar en la mayoría de los casos. “Los niños seguros (con buen vínculo) tienden a calmarse con los padres, pero si hacen cosas como agarrarse de las piernas o pegarse en el suelo, es el padre o madre quien no está teniendo una conducta de contención adecuada”, señala.

Por eso es contrario a entregar recomendaciones. “Si la pataleta es más extrema, ningún consejo es suficiente, porque se trata de un problema más grave en la relación”, estima.

Ceder o no ceder

Para este especialista, la tradicional recomendación de nunca ceder ante una pataleta no tiene mucho sentido. “Tiene que ver con una concepción errónea de que las pataletas son peleas manipulatorias que hacen los niños. En niños más grandes puede que sea así, pero durante los dos primeros años eso no ocurre. Entonces el ceder o no ceder es como si hubiera una lucha entre un padre e hijo, a ver quién gana y quién no, y eso es un mal punto de partida para tratar de entender la

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