viernes, 2 de noviembre de 2012

A SOLAS CON EL AUTISMO

A SOLAS CON EL AUTISMO


1 de cada 500 personas se ven afectadas por este trastorno profundo del desarrollo. El autismo comprende un grupo de trastornos que afecta al desarrollo y va acompañado de otros factores que pueden ir del retraso mental al síndrome de Asperger, en el que quienes lo presentan pueden ser funcionales, aunque su sintomatología deviene en una rigidez analógica, es decir, en la carencia de sentido común y malicia. Una aparente indiferencia ante la realidad es el síntoma principal. Solo las terapias educativas, medicas y conductuales surten efectos ante la ausencia de una cura infalible.

Mas común en los niños que en las niñas, el autismo comienza a manifestarse antes de los tres primeros años de vida y permanece hasta la llegada de la muerte. Los síntomas del autismo surgen debido a un desorden cerebral que afecta al sistema inmunológico, gastrointestinal, neurológico, anatómico y metabólico, lo que desemboca en la definitiva inestabilidad emocional de la persona.

Siendo un trastorno profundo del desarrollo, el autismo se caracteriza por la falta de interés del paciente en las áreas sociales, afectivas y comunicacionales. La persona también presenta comportamientos repetitivos invariables.

Hace muchos años, el síndrome autista se confundía con la esquizofrenia, pero la diferencia real entre un trastorno del desarrollo y uno mental es que el primero se caracteriza por la falta de integración y la deficiencia en el desarrollo de las habilidades, mientras que el otro no es mas que una clara desintegración psicológica en las que los síntomas son muchos mas graves y aparecen después de haber vivido un periodo de normalidad.

SEÑALES DE ALERTA. Aldo Barbero, psicólogo clínico, explica que los síntomas del autismo se pueden dividir en tres aspectos muy generales: alteraciones en la comunicación, presencia de conductas e intereses estereotipados y dificultades en el desarrollo de la interacción social. “Los cambios comunicacionales tienen que ver con la capacidad-oral-gestual- que el niño tiene para interactual, así como con la disposición que posee para jugar, imaginar y representar. Conductas repetitivas como balanceo, aleteo o cualquier estereotipa motora son partes de los comportamientos que pueden experimentar. También son características la inflexibilidad que poseen para cambiar las rutinas y el apego obsesivo que demuestran por los objetos que giran o suenan. Por ultimo, estos niños no desarrollan una interacción social mas o menos buena con niños-no familiares- de su misma edad, a pesar de lo cariñosos que puedan ser con sus padres”.

El autismo se puede presentar en diferentes niveles, de acuerdo al grado de inteligencia y funcionamiento que posean los pequeños. Un niño con alto nivel de funcionamiento tiene síntomas de menor severidad, frecuencia e intensidad. Su retardo mental es leve y – a veces- hasta inexistente, por lo que posee un lenguaje de uso cotidiano y realiza juegos funcionales. Los niños del nivel medio manejan una comunicación muy básica, su interacción social es muy limitada y los juegos que emprenden son sensorialmente monótonos y perseverantes. Por su parte, los del bajo nivel son totalmente aislados e indiferentes. El síndrome es severo y el retardo es importante.

“ El autista clásico sufre una regresión alrededor de los 12 o 20 meses de vida. Entonces deja de hablar y empieza a comunicarse por gestos, gritos, miradas y señas. La aparición de las conductas atípicas como auto agresión, poco contacto visual, resistencia al aprendizaje y dedicación a actividades peculiares y bizarras también cuentan dentro del cuadro patológico que se tiene que diagnosticar”, aclara Barbero ante la curiosidad de que, normalmente, este no es el tipo de paciente que recibe, ya que la variabilidad de los síntomas es tal que se hace necesaria una precisión bien entrenada y aguda para poder detectar la molestia.

Barbero señala que, a largo plazo, lo mas complicado de lograr es que el autista tenga un lenguaje que pueda utilizar socialmente y una interacción que sea mas o menos normal. “Es necesario que los padres sepan que los autistas siempre van a ser personas aisladas y siempre van a tener dificultad para comunicarse. Los síntomas siempre persistirán, a pesar de que algunos aspectos de esas conductas estereotipadas tiendan a perder intensidad o desaparecer”.

A corto plazo, lo mas complicado de tratar es la auto agresión, no solo por la dificultad de intervenir esas conductas, sino por el conocimiento que se tiene de que el niño se esta haciendo daño. “Emocionalmente es muy difícil ver a un niño lesionarse permanentemente. Existen dos maneras de controlar la agresión. La primera es la modificación de la conducta, que consiste en hacer un análisis para descubrir cual es la funcionalidad de la misma y hacer poder manejar todo lo que esta alrededor de ella para controlarla. La segunda opción es la intervención biológica, es decir, la aplicación temporal y controlada de psicofármacos”, advierte Barbero ante el peligro que implica que el paciente atente contra su propia integridad física.


IDEAL Y NO REAL. “ Lo ideal seria que los padres, a temprana edad, se dieran cuenta de los primeros síntomas de la alteración en los niños y los lleven al centro especializado”, aconseja Barbero frente al real desconocimiento que tienen los pediatras y los neurólogos. Esta situación hace que se retrase el tratamiento, ya que, aparte de la negación que los padres hacen del trastorno, los médicos correspondientes no tienen las bases suficientes para detectar algo que va mas allá de un simple retardo en el lenguaje o una persistente timidez.

Lo ideal es que los médicos se informen sobre las características del síndrome y de esa manera sepan referir a los niños correctamente, para evitar la perdida de un tiempo que es sumamente valioso”, explica Barbero, quien como psicólogo- y junto a un nutrido grupo de licenciadas en Educación Especial- realiza intervenciones psicoeducativas y biológicas para manejar a la población autista.

Lograr que los autistas estén bien atendidos es imprescindible. El hecho de que ellos puedan adquirir un mínimo de autonomía en la realización de actividades sociales y funcionales hará que su integración a la sociedad sea casi completa y sin ningún tipo de restricciones. “En España y el mundo, deberíamos tener una sólida infraestructura para atender a este tipo de pacientes, quienes tienen una mayor prevalencia sobre los que padecen síndrome de Down. Lamentablemente, eso no todo el mundo lo sabe”.

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